'Había una vez una isla. La cara humana del cambio climático'. Se trata de las islas de Takuu, conocidas como 'Islas Mortlock' en Papúa Nueva Guinea. La única isla habitada es Nukutoa, donde viven 400 personas, que abarca medio kilómetro de largo y tan sólo está a un metro sobre el nivel del mar. Esta comunidad vive hace mas de mil años y ahora empiezan a experimentar los primeros efectos del cambio climático.
Conviven y entrevistan a varios de los locales y también a alguno que ya decidió hace tiempo emigrar de la isla. La compartición de los recursos es el punto clave de su sociedad, a causa de su aislamiento provocado por la escasa comunicación con el resto del país y del mundo.
La película muestra cómo las mareas devoran poco a poco la isla destrozando palmeras y todo lo que encuentre el agua a su paso, reduciendo el tan solo medio kilómetro que abarca. Construyen diques para luchar contra su peor enemigo, ignorando lo que posteriormente entenderán pues los diques no son la solución al problema. El agua salada penetra en la isla impidiendo que los huertos resistan el tiempo necesario para hacer crecer las plantas. El suministro que le dan por parte del gobierno es esporádico y no pueden predecir cuándo se lo administrarán. Se preguntan cuándo llegará la hora en la que el gobierno proponga una solución al respecto, para lo cual les ofrecerá trasladarse a la ciudad de Buka, abandonar la isla. La comunidad se reúne con la intención de consensuar una respuesta ¿se van o se quedan en la isla? Lo primero es pensar en los niños, en el futuro que les espera, aunque la cultura, la religión y el razonamiento no les permitirá tomar una decisión tan fácilmente.
Un par de científicos viajan a la isla Nokutoa para realizar un estudio y mostrar a los isleños sus posibilidades. Lo que allí ocurre durante el rodaje es arrasador, algo que podría reducir todas las opciones a tan solo una.
El documental ha resultado ganador de numerosos premios en festivales de todo el mundo. Está disponible en Wuaki.tv.
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