sábado, 18 de mayo de 2019

Una especie natural

Creamos una sociedad. Creemos que vivimos en una sociedad, algo mucho más sofisticado que vivir en una manada, que volar en una bandada o que ahogarnos en un mar de peces muertos. Cambiamos el nombre y dejamos que mueran, sin matar. Matamos a los que asesinan sin nuestro permiso. La sociedad de los inteligentes, de los que no deberían usar gafas, de los que derrochan, de los que oyen lo que no suena, de los que poseen por azar. Aceptamos la supremacía del más fuerte, no hemos cambiado las normas. No las vamos a cambiar, tan solo los nombres. Elegimos los lugares y creamos un lenguaje para poder susurrar cuentos en la agonía. Y si no se escucha, inventamos otro lenguaje.

Darwin comprobó que la naturaleza es "la" que selecciona, de modo natural como cabría esperar, las características de las especies. La superpoblación provoca la famosa lucha por la existencia. Y si la naturaleza es un campo de batalla, lo contranatural también.



Similar a un contrato de trabajo. La condena a cumplir por nacido es un contrato no sabido e inaceptado que el resto del mundo espera que prácticamente cualquier nato cumpla sin asimilar a un castigo. Únicamente en el extraordinario caso en el que el novato se vea involucrado en una injusticia divina, ocurrirá una movilización social que pretenderá cambiar el mundo. Una vez más. Este juego es obligatorio hasta el final, tanto como el sedentarismo para una flor, que podría sobrevivir de no jugar, ocurre pocas veces.

Hace a lo mejor dos mil cuatrocientos años, por ejemplo, un hombre al que llamamos Sócrates practicaba la Mayéutika, discutía con otros hombres, a los que llamamos discípulos, realizando muchas preguntas para que estos segundos respondiesen y hallasen “la verdad”.

A Sócrates le mataron tras perder un juicio, social, que es más natural si cabe, y desde aquella época prefilosófica apenas se practica la Mayéutika. Eso sí, mucho tiempo después, hace pocos años, otro hombre nombrado Darwin escribió, a diferencia de Soc que sólo charlaba, El origen de las especies. Parece ser que este hombre sí eludió un juicio final. La provocación que ambos, a distinto tiempo, solían generar se transformaba en debate y contradicción en los oponentes. Suerte tuvo Darwin de la evolución misma desde el nacimiento de un tal Cristo, aunque descontextualizada esta frase no tenga sentido y, siendo precisos, sea un sinsentido.



Sobrevivir y reproducirse, Darwin no fue tan conciso. La supervivencia es el modo de vida y la meta es la reproducción. Somos el quinto primate, ante la reticencia a creer en nuestros orígenes. ¿He aquí el origen de tanto llanto? La buena noticia es que hemos sobrevivido y evolucionado en la naturaleza. Es el logro de nuestra especie.

El mismo logro alcanzado por el chimpancé, y no puedo evitar verle feliz en su tiempo de ocio. Somos primos de los chimpancés, ambos tenemos un ancestro común (ya extinguido) que evolucionó por un lado en chimpancé y por otro en humano, y los dos continuamos evolucionando. A tope. Aunque nos vemos iguales. Aunque les vemos iguales. Adaptación al entorno, qué mejor explicación, sin embargo, para entender aquel contrato neonato.



Ni todo es malo ni tampoco ha de ser oro cuanto reluce. Algo así cita El Quijote. Altruismo, bondad o consuelo son demostrables en los chimpancés y en los humanos, como en otras especies, cualidades bien heredadas, aunque no siempre. Puede que nuestro cerebro, cada vez más grande, haya conseguido que la especie humana cuide a sus más vulnerables, violando las leyes naturales, cumpliendo a veces nuestro contrato de derechos que hemos declarado humanos.

Según Freud,“La civilización está permanentemente amenazada por la desintegración debido a la hostilidad primaria del hombre”. Del latín hostilitas, según la RAE contrario y enemigo. Y hay que decir que es nuestra bendición, maldición o equis, pero nuestra. Y lo nuestro hay que cuidarlo. Lo mío porque yo quiero, lo tuyo porque supongo que también quiero y lo de ella por los demás.

Clara Sánchez, autora de El amante silencioso, reconoce que “nuestra civilización ha progresado a través de la manipulación manual, tecnológica, científica” sin ignorar la manipulación psicológica que los humanos estamos entrenados para practicar sin relajación. Pero manipular, manipulan también los chimpancés.

Nuestro Black Mirror. Selección natural. Fernando Bernal recuerda la película Eyes Wide Shut, en "Política (y poética) de los cuerpos" (TintaLibre), en la que Kubrick "retrata una sociedad donde los cuerpos se compran, se venden o se alquilan. Y los más poderosos pueden hacer uso de ellos a su antojo". He aquí la cuestión de centro, el poder. Selección natural.

Natural es sólo un concepto. Hoy en día es un concepto moderno. Como todo lo que ha evolucionado. O lo que vuelve, que también es moderno. Es nuestro lenguaje, son nuestras cosas, y lo nuestro hay que cuidarlo.


[El Roto] en El País (15/05/2019)

“No seremos la primera especie que se extingue. Pero sí seremos la primera que se extingue conscientemente.” Pete Postlethwaite intuye un trágico final darwiniano en el documental La era de la estupidez que trata sobre otro concepto moderno, a la vez que natural, el cambio climático.

Pepe Mujica se refiere a la supervivencia, para él la lucha es eterna y permanente, bajo la consciencia de que el mundo no será perfecto. La oveja negra también pronuncia el drástico vaticinio, del latín vaticinĭum, sobre “la tragedia de las generaciones que vienen”, pero eso no es otro tema.

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