Aquel día probablemente no pero cualquier otro día constaté que la palabra
"pulcro" tiene dos formas superlativas: pulquérrimo y
pulcrísimo. Parecía honesto, limpio, impecable. Pero la parte de
atrás de aquella estructura era oscura, avara, grasienta. No te gustaría transitar solo por
allí.
Todo me llevó a indagar y así averigüé que las terminaciones -érrimo/a
proceden directamente del latín y los sufijos -ísimo/a se
utilizan para la formar el superlativo con la palabra española. También
que
probablemente las exóticas palmeras de la imagen esconden delitos de prevaricación, malversación de fondos públicos, fraude y tráfico de influencias de altos cargos de esa comunidad.
Si no fue ahí seguro que ocurrió cerca. Todos habían estudiado juntos y,
entre clase y clase, solían ir a su pequeño garaje convertido en desguace, para aparentar, y cada vez más grande. Allí maquinaban y maquinaban cómo enriquecerse,
unos y otros. A los padres a unos les parecía bien, a otros les daba
igual.
Anthony Burgess, autor de La Naranja Mecánica en 1962, escribió en dicha novela: "Lo importante es la elección moral. La maldad tiene que existir junto a la bondad para que pueda darse esa elección moral. La vida se sostiene gracias a la enconada oposición de entidades morales". Érase una vez unos chavales, de determinada escuela, que estaban predestinados a su elección.
"La bondad es algo que uno elige. Cuando un hombre no puede elegir, deja de ser hombre". Desde aquella pulcra construcción se adjudicaron a dedo, es decir sin publicar los correspondientes concursos, más de 115 millones de euros en suministros. Al parecer únicamente es obligatorio convocar concursos públicos si la factura supera los 18.000 euros, así que documentos no se imprimieron pocos.
Burgess, también en la distópica novela, "El ser humano está dotado de libre albedrío, y puede elegir entre el bien y el mal. Si sólo puede actuar bien o sólo puede actuar mal, no será más que una naranja mecánica". Desde esa misma trasera se repartió vivienda protegida de la comunidad por una ganga. Una ganga para ellos, nuestras casas para nos.
Pensé en todo lo aseado, lo delicado, lo inmaculado. En ese cielo puro e impoluto, esa pulcra transparencia. Me incomodé. Y miré para otro lado.
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